Acta Pediátrica Española

ISSN 2014-2986
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Introducción: La marcha de puntillas idiopática, considerada un diagnóstico de exclusión de alteraciones neurológicas y ortopédicas, se ha relacionado con diversas alteraciones ortopédicas del pie y del tobillo. Aunque la limitación en la movilidad del tobillo resulta el criterio de valoración e indicación terapéutica más empleado, su evaluación en edades tempranas y la comparación con valores de normalidad no han sido apenas estudiadas. El objetivo de este trabajo es verificar si la evaluación precoz de los niños andadores de puntillas (AP) pone de manifiesto características clínicas diferenciales que indiquen riesgos ortopédicos. 
Pacientes y métodos: Mediante un estudio descriptivo transversal se ha comparado la estática y la movilidad de rodilla, tobillo y pie de un grupo de 56 AP de 3-6 años de edad con un grupo de 40 niños de un grupo control (GC). 
Resultados: Se descartó en los AP (el 69,6% varones; p= 0,008) un flexo de rodilla, pero presentaron una menor movilidad pasiva del tobillo con la rodilla flexionada (p <0,05) y una mayor disminución del apoyo del talón en bipedestación que los niños del GC (p= 0,000). Los AP mostraron también una mayor pronación del pie, corroborada en un mayor valgo de calcáneo, ángulo de pronación, caída del navicular y pico de pronación en la huella plantar (p <0,05). 
Conclusiones: La evaluación clínica de los AP en edad preescolar mediante pruebas específicas facilita la detección de riesgos ortopédicos, lo que podría permitir establecer medidas específicas para evitar su posible evolución negativa.
 
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Introducción: Los defectos del tubo neural, en especial el mielomeningocele (MMC), son causa de discapacidad para la marcha con un grado variable de severidad, según el nivel de lesión. Dentro de las intervenciones terapéuticas, se propone utilizar el entrenamiento robótico de la marcha (ERM). 
Objetivo: Evaluar los efectos del ERM en pacientes con MMC del Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT) Guerrero.
Material y métodos: Estudio casi experimental, prospectivo y longitudinal, realizado en 5 pacientes con MMC de grado L3 o más bajo, según la clasificación de Sharrard, en los que se aplicó la escala American Spinal Cord Association (ASIA), la prueba de la caminata de 6 minutos, los cuestionarios Functional Independence Measure (FIM) y Spinal Cord Independence Measure (SCIM III), y los parámetros de Lokomat (distancia recorrida, velocidad, descarga y fuerza guiada), antes y después del tratamiento. En total se proporcionaron 10 sesiones de 30 minutos, 2 veces por semana. Se llevó a cabo la recopilación de los datos mediante el programa Excel versión 2010, y el análisis estadístico con la prueba de la t de Student (p <0,05) para establecer la significación estadística.
Resultados: Se encontró significación estadística en las variables de la escala ASIA motor total (p= 0,05) y la funcionalidad, determinada por las escalas SCIM III (p= 0,005) y FIM (p= 0,0005), así como la distancia recorrida en la prueba de la caminata de 6 minutos (p= 0,03) y los parámetros de Lokomat® Pro: fuerza guiada (p= 0,002), velocidad de la marcha (p= 0,03) y descarga de peso (p= 0,0008). Las variables sin cambios fueron la sensibilidad (ASIA) y la distancia recorrida. 
Conclusiones: El ERM representa una herramienta más en la mejora de la función para la marcha en pacientes con MMC, ya que es posible controlar las variables de entrenamiento de forma constante, ofreciendo la posibilidad de mejorar la fuerza en miotomos preservados y la funcionalidad.
 
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Introducción: Las sacroilitis infecciosas son una forma de artritis que deben diferenciarse de las inflamatorias. Suponen una fracción pequeña de las infecciones articulares en niños y requieren un alto índice de sospecha para realizar un diagnóstico precoz.
Pacientes y métodos: Se llevó a cabo una revisión de los casos infantiles diagnosticados en nuestro centro en los últimos 20 años. A través de las historias clínicas se recogieron diversas variables clínicas y microbiológicas: presentación clínica, duración, exploración, resultados de las pruebas complementarias, microorganismos involucrados, farmacoterapia y procedimientos quirúrgicos empleados. Se completó con una búsqueda sistemática de artículos en las principales bases de datos bibliográficas, priorizando los trabajos sobre población pediátrica y extrayendo los resultados más relevantes.
Resultados: Once pacientes cumplieron los criterios de inclusión. Los grupos de edad afectados fueron los niños de 1-2 y 11-16 años. Más del 80% presentó clínica de fiebre, alteraciones de la marcha y dolor lumbar bajo, espontáneo o por provocación. Un tercio de los casos presentó patología cutánea o infección de partes blandas. Staphylococcus y Brucella fueron los principales microorganismos responsables. La resonancia magnética pélvica permitió realizar el diagnóstico en todos los casos.
Conclusiones: La combinación de la anamnesis, la exploración y las pruebas de imagen permite orientar el diagnóstico. En los niños pequeños, tanto el rechazo a la sedestación como a la bipedestación debe hacer sospechar la presencia de esta entidad. El tratamiento antibiótico precoz mejora el pronóstico y la antibioterapia empírica debe cubrir S. aureus.

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Las alteraciones en la marcha son un motivo de consulta habitual en las urgencias pediátricas; sin embargo, los casos de verdadera marcha atáxica son muy infrecuentes en los pacientes pediátricos. La principal preocupación del profesional de urgencias radica en excluir las causas graves de este síndrome clínico; afortunadamente, en la mayoría de casos en la infancia, su origen suele ser un proceso benigno y autolimitado.
Dentro de las ataxias adquiridas, la forma más habitual de presentación en los servicios de urgencias suele ser la aguda, cuya evolución es menor de 72 horas en un niño previamente sano. En esta revisión hemos analizado los casos de ataxia adquirida valorados en nuestro servicio de urgencias pediátricas durante un periodo de 11 años, así como su enfoque diagnóstico. En nuestra serie, la causa más frecuente de ataxia aguda fue la postinfecciosa (un 39,13% del total), seguida de las de origen tumoral (17,39%) y las intoxicaciones (13,04%).

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Introducción: La hernia discal lumbar tiene escasa incidencia antes de los 21 años, siendo excepcional antes de los 10. La forma de presentación clínica es diferente a la del adulto, por lo que resulta difícil establecer el diagnóstico. Se revisa la bibliografía para conocer mejor las peculiaridades del cuadro clínico en el niño, diferenciarlas de las del adulto y aumentar el índice de sospecha diagnóstica.

Caso clínico: Niña de 9 años y 11 meses que consulta por cojera y dolor en el hueco poplíteo izquierdo, de un mes de evolución, con rigidez y escoliosis lumbar, y signo de Lasègue positivo bilateral. La resonancia magnética (RM) muestra una hernia discal en L5-S1.

Discusión y conclusiones: Es una enfermedad poco frecuente, de diagnóstico difícil y tardío. Debe sospecharse ante un paciente con dolor ciático, pero también ante un dolor en el hueco poplíteo, especialmente cuando exista un signo de Lasègue o una retracción o tensión dolorosa y persistente de los isquiotibiales. La alerta aumentará cuando se añada una escoliosis y una gran restricción de la movilidad lumbar, sin olvidar sospecharla ante una alteración de la marcha poco clara en su origen.

Publicado en Notas clínicas

Se presenta el caso de un niño de siete años que sufre una gastroenteritis por Salmonella D9. A los quince días de empezar la clínica, aparecen mialgias e inestabilidad en la marcha, dolor testicular y lesiones cutáneas. Fue diagnosticado de ataxia cerebelosa aguda, orquiepididimitis y eritema nodoso. Aunque todas estas complicaciones están descritas en la bibliografía, resulta excepcional encontrarlas juntas en un mismo paciente.

Publicado en Notas clínicas

Se presenta un caso de queratodermia palmoplantar difusa de Unna-Thost/Vörner en un niño con antecedentes familiares de esta enfermedad. Este proceso no es muy frecuente, si bien su clínica característica y su herencia autosómica dominante hacen que el diagnóstico de presunción sea fácil. El papel del pediatra en estos casos es, una vez confirmado el diagnóstico, descartar que exista sordera asociada mediante un estudio de potenciales evocados, y lograr un desarrollo de la marcha y de la función manual normales. El pediatra debe coordinar un tratamiento multidisciplinario encaminado a la rehabilitación funcional.

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